Me disfrazo, a veces. Sin ningún motivo en especial. Otras veces lo hago sin saberlo. Me disfrazo de inocente a ojos de quien quiere mirar con mala gana. Para que esos rayos láser que salen de sus ojos no puedan penetrar y hacerme daño. Me disfrazo con una sonrisa… yo les lanzo mi sonrisa. Que es un arma de destrucción masiva para ellos. Tan efectiva es… que no tienen otra cosa que hacer que imitarme. Y me lanzan su sonrisa. Tal vez derrotados porque te ven feliz… o tal vez ilusos porque piensan que no ves lo que hay detrás del telón. Me gusta disfrazarme y hacerme la que no se entera de nada cuando son ellos los que viven en su mundo. Para qué derrochar la saliva en lo que ellos convertirán en discusión, pudiendo guardarla para quienes quieren besos. Hay personas que no tienen lengua… tienen lodo. Y van manchando al hablar a todo el que camina por al lado. Y yo, que voy de blanco, no quiero salpicarme de esa basura corrosiva. Por eso me rodeo de sonrisas, de besos, de sinceridad y de buena intención. Y las lenguas de fuego que se vayan a quemar a quien le guste ese circo.


Gracias por leerme.

Gracias a todos los que , en algún momento, me hicieron sonreir.

Gema Cuéllar.